te lee tu cuerpo y tu mente si mientes.
Natalia preside, predice y predica;
Natalia te leva, te alivia, te lava.
No estira lo estéril ni atora tus horas,
no entela tu juicio, no tala tus alas;
Natalia no te apremia y te premia si tú te premias,
guiando tu mismo organismo te sana.
Natalia procura tu cura
con breves brebajes y potajes en pote,
con tipos de compotas sin patógenos genes,
con íntegros granos y semillas sin mella.
Y no te quedes absorto ni recules si te ortomolecula
o te fitoterapea, o te aromaterapiza,
si con terapias de apio y té verde te aborda
o si mira tu iris y te dice quién eres.
Es que Natalia no te tara ni patea,
te naturopatea,
y sus naturopatías son tías y primas y hermanas y amigas;
y sus migas de pan de centeno,
y sus tonos de ensaladas salidas de soles y sales del suelo
te nutriconfortan, te nutriconforman,
confirman tus armas
y con su halo te consuelan.
Y no hay estafa en su tofu, en sus encinas y resinas,
en su lecho de tónicas leches botánicas.
Y no ceja en su soja, y no cesa en su sésamo,
y te incita a citas con seitanes y aceitunas.
Y te enseña el credo del crudivorismo,
y se acopla a tu plano, y te explica sus planes,
y te hace ver duras y blandas verduras
y ver dadas en ti y en sí sus verdades.
Y cuando ya has hecho tu ingreso a gráciles grasas,
a seriados cereales,
a legumbres legadas por siembras de hombres,
y te sientes reciente, y la salud te saluda,
te sale decirle
“Gracias Natalia, Natía Natalia, Naturonatalia que sí, que pateas,
me naturopateaste, pateaste mis males, mis mieles me has devuelto,
y en ellas envuelto me ha vuelto la vida”.
Es que Naturonatalia… te naturopatiza,
y contigo y conmigo y consigo empatiza.
Naturonatalia naturodespierta naturoempatía
y sin par simpatía.